De verdad que no sé ni lo que siento. Parece ser que mi seguridad y confianza se ha esfumado y estoy más débil y confusa que nunca.
Me duele recordar todo lo que hemos pasado juntos y pensar que quizá nunca más se repitan ni de lejos. Pero, por otra parte , también me puede esa duda que no me deja actuar. Esa duda que tanto te daña.
Prefiero que me odies a hacerte más daño. ¿ Es eso posible ?
Hace mucho que no lloro a no ser que sea por una película que toca mi fibra sensible en un domingo nublado. Y no es solo sentirme mal y derramar un par de lágrimas. No. Es no tener ni idea de qué hacer, qué decir... Porque si lo tuviera claro sería más sencillo; para mí por lo menos. Para ti es complicado de todas las maneras y eso es lo que me mata por dentro.
¿ Estoy dispuesta a pasar algunos días sufriendo en casa y pensando en lo que es mejor ? Odio echar de menos a alguien porque eso significa que me han arrancado de cuajo esa parte que formaba parte de mí y que tú ya no la quieres. Te sientes dolido, traicionado y decepcionado.
Pero ninguno de los dos entiende lo que ha pasado este tiempo.
Lo mejor que he tenido en mucho tiempo y ahora mismo no tengo fuerzas para seguir. ¿ Por qué ?
Cuando los sentimientos no están claros se tambalea mi mundo. No sé seguir con paso firme.
Sin embargo no quiero dar pasos en falso, prefiero quedarme donde estoy y reflexionar. Tú también deseas eso aunque hayas cerrado la puerta sin candado. ¿ Y si vuelvo a tu lado y me vuelve a pasar lo mismo? ¿ Cómo te miro a la cara de nuevo ?
Quiero llamarte porque siempre que estaba triste lo hacía, pero es que las cosas ya no son cómo yo quiero. Tengo que aceptarlo.
¿ He hecho bien ? ¿ He hecho mal ? ¿ Cuándo lo sabré ? Porque esta angustia me ha borrado la sonrisa y solo quiero meterme en la cama y olvidarme de todas las deciciones dudosas que he tomado.
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