- ¡Respira, cariño, respira! ¡No me puedes hacer esto! ¡Respira!
Una presión acompasada golpeaba mi pecho con intensidad. Escuchaba a lo lejos los gritos desconsolados de mi abuela y de otra persona a la que no reconocía la voz, no obstante era incapaz de abrir los ojos y de mencionar una sola palabra.
Sentía que mi cuerpo se hallaba inerte en la moqueta mas no descifraba el por qué. Lo último que tenía grabado en mi mente era la imagen velada del lago pero no recordaba cómo había vuelto a casa ni que había hecho allí. Todo estaba confuso en mi cabeza.
- Tiene pulso, Aurora. Es aún muy débil pero tiene pulso.
Al oír esas palabras percibí en mi interior cómo la sangre descendía hacia las extremidades y el oxígeno entraba en mis fatigados pulmones. Intentaba inspirar una gran cantidad de aire pero mi debilidad física me lo impedía. En el pecho seguía sintiendo una presión molesta que limitaba mi respiración.
- ¡Gracias a Dios! ¡Y gracias a ti Unai, hijo! ¿Está bien? ¿Seguro? ¿Sana y salva? No me lo puedo creer... ¡creía que me moría! Le has salvado la vida... no sé cómo podré agradecértelo.
La sensación de oírles hablar y no poder contestarles me hacía sentir insuficiente y muy frustrada...espera un segundo...¿Unai? ¿Qué hace aquí? ¿Me ha salvado la vida? No, no recuerdo haberle visto desde que vino a avisarme del misterioso asunto de mi abuela. Sé que había estado en el lago y también sé que él no estaba allí.
De repente un dolor fortísimo en la nuca captó la atención de mis malheridos sentidos. Un abrasador impacto me obligó a desplazar la cabeza hacia atrás a la vez que mi pecho y espalda se elevaban del suelo. El dolor se incrementó propagándose hacia el trapecio.
- ¡¿Qué le pasa ahora?! ¿¡Alieen, mi vida, qué tienes?! ¡Unai, dime qué pasa! ¿¡Qué le pasa?!
La angustia de las voces de mi abuela me abrasaba por dentro. Los músculos de mi brazo derecho se habían agarrotado con vehemencia. Una profunda convulsión hizo que mi cabeza, de nuevo, se desplazara hacia atrás y separara mi pecho de la superficie. Era como si algo quisiera salir de mí...
- ¡Ayúdame, Aurora! Cógela de las piernas con cuidado, yo lo haré de lo hombros; la colocaremos en la cama.- dijo Unai con determinación- Bien, así está mejor. Ahora, Alieen, te pondré de lado para que puedas respirar, ¿vale? Por favor, no me hagas esto y respira. Repira, te lo pido...
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