Los lugares donde no se ha amado ni se ha sufrido, no dejan en nosotros ningún recuerdo
lunes, 6 de septiembre de 2010
Historias del metro
Él. Metro en hora punta. Cientos de piernas se aceleran para alcanzar un sitio donde sentarse o un rincón en el que evadirse de la realidad.
Las miradas que se cruzan con la suya no son las esperadas. Todas están apagadas y sin color. Nadie esboza una leve sonrisa en todo el vagón. La desesperanza se masca en el ambiente.
Un sugerente aroma altera su concentración en las páginas de " El viejo y el mar ". Notas frescas de flores y cítricos junto a las especiadas y ambarinas.
Busca cerca de su posición la portadora de tal perfume. La primera imagen que se entrelaza con su campo de visión le deja sin respiración. Solo puede contemplar aquella figura. Elegante y prodigiosa.
Rasgos perfilados, ojos buscando la paridad de un color azuloscurocasinegro, frente pequeña, pómulos altos, suaves e intocables, labios carnosos y rosados, nariz pequeña, tez blanca. Por su cintura flamea un pelo negro que exhibe la especial belleza que la caracteriza.
No. Le ha visto mirar sus ojos con demasiada atención. Sus carrillos se ruborizan y quiere desaparecer de allí. Aleja la mirada de su esplendor y la clava en el suelo.
No. No puede resistir volver a deleitarse con tal belleza. Una belleza griega. Gira la cabeza hacia el lugar más maravilloso de este mundo y ... No está. Su aroma ya no inunda sus pensamientos.
No ha sido capaz de dedicarle ni una sonrisa. Y ahora se ha escapado de su vida.
Su mirada vuelve a caer, pero esta vez inconscientemente.
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