Los lugares donde no se ha amado ni se ha sufrido, no dejan en nosotros ningún recuerdo

Los lugares donde no se ha amado ni se ha sufrido, no dejan en nosotros ningún recuerdo

martes, 31 de agosto de 2010

Trocitos de vida.



Abrir los ojos. Tímidos al encuentro con el Sol.
Estirar los brazos por encima de la cabeza y desperezar mis músculos adormilados. Acurrucarse y hundir la nariz en la almohada. El aroma a sábanas limpias. mMmMm.... un día más.
Taparme la cara con las manos y bostezar hasta que mi mandíbula aguante.
Sacar los piececillos del edredón y mover los dedos. Sonreír sin que nadie sepa por qué.
¡ Ay ! ¡ Qué frío está el suelo ! Mis pies intentan volver al refugio que me ofrece la cama, pero no son cobardes. Pisan decididos la mullida alfombra del pasillo. Así mejor. Un intermediario entre la superficie y mi cuerpo.
Hago zumo de naranja y me empapo del olor de la vitamina C. Desayuno sano con un poco de dulce. Unas cucharaditas de azúcar no vendrán mal.
Volver al dormitorio y verla apoyada en la mesa.
Una rosa blanca. Cubierta todavía por rocío. Con espinas, cómo a mí me gusta. Recién cortada del rosal. Llena de vida en cada uno de sus pétalos encarnados.



Y pensar que la vida se compone de momentos perfectos como éste. Sencillos y sin importancia.

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